miércoles, 20 de enero de 2016

Estaciones de paso

Enero                                                                                  Sleeping at Last – Atlas Moon


Estaciones de paso

La primera vez que rozamos siquiera la idea de vernos fue en un andén alejado del mundo.
En una prisión de soledad a la que habíamos llegado llevados por el intenso frío de la mañana.
No pertenecíamos siquiera al mismo mundo, simplemente todo sucedía justo al lado de nuestra existencia.
Nos movíamos por impulsos, sabiendo de la presencia del otro solo por esa sensación de no estar del todo solos a pesar de no tener prueba de haber dejado el estado habitual de nuestra vida.
Acumulábamos esa sensación de compañía en lugares sombríos y alejados del bullicio de la ciudad que nos rodeaba. Ésa que, a veces, llegaba a aplastarnos.
En uno de esos encuentros sin realmente encontrarnos, sentimos un escalofrío más fuerte, como si la piel llegara a tocar otra piel.
Ambos volvimos a nuestros caminos dispares. Olvidando en las horas de sueño cualquier recuerdo que permanecía en la mente. Rodeando de sueños y pesadillas todas esas anécdotas que nos hacían dudar de la realidad de las cosas.
Atravesábamos el mundo a paso acelerado sin realmente tener prisa por llegar porque no nos habíamos marcado, aún, un objetivo claro. Solo seguir hacia adelante, era el impulso primigenio. Seguir sin pensar siquiera hacia dónde nos estábamos encaminando, sin ardor ni alegría suficiente.
Abrimos un paso entre sueños, empecinados en soñar cada día con la misma sombra, la que nos acompañaba a los lugares sombríos de esa ciudad lejana a nosotros.
Los sueños se escondían tras otros, tras las pesadillas nocturnas que nos agotaban para empezar el día con sensación de letargo.
Afloraban lágrimas que no sabían su origen y se perdían en la blancura de la almohada, cayendo despacio como un río que fluye sin querer hacer demasiado ruido para que nadie pueda notarlo y así poder ser sin limitaciones humanas.

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